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6-7 Mientras tanto en mi visión el Señor me había dicho:

Coloca un vigía sobre la muralla de la ciudad para que grite lo que vea: Cuando vea pares de jinetes cabalgando en burros y camellos, dile: «¡Ya está!».

8-9 Coloqué, pues, al vigía sobre la muralla y al fin él gritó:

Señor, día y noche he estado aquí en mi puesto; ahora por fin, ¡mire! ¡Allá vienen jinetes apareados!

Entonces oí una voz que clamaba:

―¡Cayó, cayó Babilonia, y todos los ídolos de Babilonia yacen despedazados por tierra!

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